Unas semanas después, compareció ante el tribunal. Ethan llegó tarde, impecablemente vestido con su costoso traje, con la mirada altiva. Intentó darle la vuelta a la situación, hacerla quedar como inestable. Pero los mensajes, los testimonios, la verdad… todo lo señalaba a él.

«La custodia seguirá siendo de la madre», declaró el juez con calma pero con firmeza. «Señor Bennett, deberá pagar la manutención del menor. Su comportamiento demuestra una falta de consideración por la seguridad de su esposa y de su hijo por nacer».

El rostro de Ethan se endureció. Salió furioso de la sala del tribunal, con el orgullo herido.

Al salir del juzgado, Olivia respiró hondo. Con Liam contra su pecho y Chloe a su lado, sintió el calor del sol en su piel, por primera vez en mucho tiempo. El peso invisible que había estado cargando finalmente se había disipado.

Los meses pasaron. Poco a poco, reconstruyó su vida. Encontró un trabajo en la biblioteca municipal: tranquilo, estable, como ella. Chloe cuidaba a menudo de Liam, y juntos construyeron un hogar sencillo pero feliz.