


Esa noche, la lluvia azotaba la ciudad, reflejando la angustia que desgarraba el corazón de Laura Bennett. Temblorosa, se encontraba frente a la imponente fachada de cristal de la sede de Weston Enterprises, aferrada a un sobre abultado con facturas impagas del hospital donde su madre luchaba contra el cáncer.
Los tratamientos costaban mucho más de lo que podría ganar en toda una vida de servicio. Todas sus súplicas de ayuda habían caído en saco roto, hasta que un hombre le hizo una oferta que jamás pensó aceptar.
Marcus Weston, de treinta y dos años, multimillonario y temido director ejecutivo, era tan fascinante como intimidante. Cuando la miró esa noche desde detrás de su impecable escritorio, Laura supo al instante lo que esperaba a cambio de su ayuda.