

Frente a las cámaras, Marcus lo confesó todo, nombrando a las víctimas y a **Laura Bennett**, la mujer cuyo dolor lo había obligado a confrontar el suyo.
En el pasillo del hospital, Laura vio su confesión en una pantalla parpadeante. Su madre dormía en paz, con los gastos totalmente cubiertos. Por fin se había hecho justicia, pero nadie jamás sabría el precio íntimo de esa verdad.
Unas semanas después, Marcus apareció en el hospital. Ya no era el director ejecutivo seguro de sí mismo que ella había conocido, sino un hombre destrozado, exhausto y agotado.